Me habéis visto nacer. Con aquellos rizos tan rubios como el oro y esos ojos claros en los que te podías ver reflejado. Después, me habéis visto crecer. Supongo que todo era normal, me acompañabais al colegio y también a las clases de tenis mientras hacíamos bromas que recuerdo como si fuera ayer. He ido de vuestra mano cada vez que íbamos a por las notas. Os he visto reír conmigo, pero también llorar. Me habéis visto caerme y levantarme, perder la esperanza y encontrarla de nuevo. Caer en la más absoluta desesperación o disfrutar como una niña de cualquier cosa. Lo más importante es que lo hemos hecho juntos. Hablábamos las cosas y os contaba todo. Lo que me había pasado con las niñas del cole o lo que me había dicho el profesor de matemáticas. Os enseñaba en primicia las coreografías del ballet, y en cada competición de tenis habéis estado ahí.
Me habéis educado de la mejor manera posible aunque aún me queda mucho por aprender. Gracias a vosotros sé de buena tinta lo que es luchar. Incluso cuando ya no se tienen fuerzas. Aprendí desde bien pequeña a preocuparme por los otros tal y como vosotros lo hacíais por nosotros. Valoré la familia a pesar de tenerla siempre lejos. Me inculcasteis el amor por la lectura mientras papá en el desayuno leía cualquier poema de Machado. Siempre recordaré como comenzaba a recitar “bajo el olivar se veía a lechuza volar y volar.” Es por eso, por lo que cuando en mi graduación, mi profesora puso debajo de mi foto la frase “Caminante no hay camino, se hace camino al andar” me dio un vuelco al corazón. Y allí estabais vosotros. Seguramente con pocas ganas de otro acto más, eran ya muchos. Pero no faltasteis ni un día importante. Da igual lo que pasara alrededor, jamás podré decir que eché de menos a mis padres. Cuando no estuvisteis tanto, también lo comprendí. Es por eso por lo que os doy las gracias. Sé desde hace muchos años que la vida no es todo color de rosas. Hay que estudiar y trabajar. Hacer muchos sacrificios pero también ser felices siempre que se pueda. Recuerda hija: “haz dos cosas al día que no te gusten, yo también las hago.” Y así, desde el ejemplo, me habéis enseñado cosas que seguro que ni os imagináis. Mis ganas de superación, de terminar y empezar carreras, esas ganas de las que siempre bromeáis y que me da tanta rabia, vienen por vosotros. El no echarme atrás en los retos del día, el querer cada día ser mejor, es porque es lo que vosotros os merecéis. Me gustaría que no me faltarais nunca. No puedo ni imaginarme lo que sería no poder llamaros. No poder pegarme horas y horas hablando con mamá. Escuchando anécdotas de cuando era pequeña o sabiendo lo que le ha pasado ese día. Sí, porque un día de mi madre da para mucho. No para quieta, a veces me pregunto de dónde sacará esa energía. Y siempre me sorprende, porque o te monta una estantería, te la lija, te la pinta, y te la enchufa en el cuarto, o te dice que ha desmontado el ordenador para arreglarlo. Todo ello mientras te puede estar resolviendo dudas de historia del mundo. Me encantaría saber la mitad de lo que sabe ella. Y es por eso por lo que quiero parecerme cada día más a vosotros. Solo espero ser la mitad de buena hija que vosotros sois como padres.
"Caminante son tus huellas el camino, y nada más. "
No hay comentarios:
Publicar un comentario